Tal como todos los años, este 2 de abril se conmemoró el Día Mundial de
Concienciación sobre el Autismo. Pero en Chile y este 2023, la fecha tuvo un
sentido especial, tras la aprobación en el Congreso de la Ley TEA, promulgada
por el Presidente Gabriel Boric el pasado 2 de marzo.
Comúnmente se piensa que el autismo es un trastorno que afecta el
desarrollo y se caracteriza por algunas señales como alteración de la
comunicación, dificultad de interacción social o conductas rígidas y
reiterativas. Pero esas no son todas, al ser un amplio espectro, cada caso
puede ser diferente.
Esta efeméride básicamente busca educar al resto del mundo sobre esta
condición. Y es que según cifras emitidas en el año 2019 por la Organización
Mundial de la Salud (OMS), uno de cada 160 niños tiene un Trastorno del
Espectro Autista (TEA).
Sebastián Robert, psiquiatra de Clínica Universidad de los Andes, explica que
el autismo “el origen que tiene es neurobiológico y puede tener
componentes hereditarios, pero en la mayoría de los casos no se conoce la
causa y tampoco existe un examen genético específico para detectarlo”.
“Se presenta en niños, habitualmente desde edades tempranas, y aunque
persiste hasta la adultez, muchas personas que lo presentan no lo saben o
solamente perciben las dificultades en la medida que van creciendo”, añadió.
Los síntomas más frecuentes, que a su vez tienen sus propias señales, son:
- Dificultad para vincularse con sus pares
- Tendencia a presentar pensamientos rígidos
- Intereses restringidos o tendencia al comportamiento ritualista o repetitivo
- Inconvenientes para lograr entender otros puntos de vista, chistes,
metáforas o expresiones coloquiales - Déficit de lenguaje y vocabulario
- Dificultad en el reconocimiento y la expresión de emociones complejas
En algunos casos, también existe un retraso en las destrezas del lenguaje,
movimiento, destrezas cognitivas o de aprendizaje. También puede presentar
conducta hiperactiva, impulsiva o distraída; hábitos de alimentación y del
sueño inusuales; problemas gastrointestinales (por ejemplo, estreñimiento);
estados de ánimo o reacciones emocionales inusuales; ansiedad, estrés o
preocupación excesiva; y no tener miedo o temer más de lo normal.
Eso sí, es importante destacar, según la CDC, que “es posible que los niños
con TEA no tengan ninguna de las conductas mencionadas como ejemplos o
que tengan sólo algunas”. Lo importante es estar atentos al desarrollo y sus
actitudes, y buscar ayuda de especialista si creen requerirlo.